jueves, 9 de junio de 2016

Día 234. 22182 km(10182)

Ya  lo habré dicho en alguna otra ocasión pero lo vuelvo a repetir, detesto viajar en avión. El trayecto desde el Hostal de la Habana vieja hasta el aeropuerto lo hice bajo una fuerte lluvia que parecía ser la acompañante perfecta de mi estado de animo, me despedia de Cuba bajo el peso de la melancolía, Cuba se quedaba atrás y pronto también lo haría el continente americano. Después de despedirme del agradable taxista y prometerle que si volvía a Cuba le llamaría sólo para darle un banderín nuevo para que substituyera la bandera americana que llevaba colgando del espejo retrovisor,me dirigí a facturar el equipaje y volar de vuelta ha Bogota.
Llegue a Bogota con un fuerte dolor de cabeza a eso de las 8 de la noche, me hospedé en el hotel que un mes y medio antes me había servido de refugio en medio de esa jungla de asfaltó,coches,dias de ajetreo desenfrenado y noches de miseria y penumbra. Al día siguiente al dolor de cabeza ya le acompañaba una creciente fibre que me tuvo tirado en la cama todo el día.Eran las 7 de la tarde cuando decidí bajar a comprar algo de fruta y agua. Estaba haciendo la cola para pagar en un supermercado muy concurrido cuando me empecé a sofocar y marear, sin poder tenerme de pie, me senté en el suelo, no veía nada, los brazos se me dormieron y las manos se me empezaron a agarrotar. Dos chicas me ayudaron, me trajeron algo de agua y me masajearon mis desformadas manos . Al cabo de 10 minutos me encontré mejor , las manos habían vuelto a la normalidad y ya no estaba mareado. A duras penas llegue a mi habitación, me tire en la cama, pasados  2 días con mucha fiebre empeze a mejorar poco a poco. Después de prolongar más de lo esperado mi estancia en Bogota, cuando me vi medianamente bien compre un pasaje en autobús para Cartagena de India, mi último destino americano en este viaje.

Hace ya unos meses que le puse fin a la incertidumbre de un viaje sin fecha de regresó. Estaba en la capital Peruana cuando tome dos decisiones decisivas,por un lado compre el billete para Cuba y por otro lado conseguí dar con un barco que cruzaría el atlantico desde Cartagena de India hasta Lisbo,haciendo así posible una travesía que siempre había querido realizar, cruzar el Atlántico en un barco.

La famosa Cartagena de Indias es una gran ciudad con una bonita y bien conservada ciudad amurallada. Este viaje me a enseñado muchas cosas,entre otras, que no me interesan apenas nada las grandes ciudades, por mucho que tengan preciosas ciudades amuralladas, aprecio muchísimo más los grandes espacios naturales y los pequeños pueblos donde el contacto con la naturaleza este a la vuelta de la esquina. Después de pasar 3 insípidos días llegó el gran día , el día de poner rumbo a casa.








Nunca había montado en un crucero,es como estar en un hotel de todo incluido mientras cruzas el Atlántico,eso si con un baiben continuo los primeros dias que en ocasiones es bastante acusado y hacia que la sensación de mareo fuera algo molesta. Entre los pasajeros habia de todo, el barco salió desde Venezuela y allí se ve que se montaron muchas familias acomodadas venezolanas que destilan un odio visceral hacia todo lo que sea izquierda, satanizan a Maduro y alertan a todos los españoles del peligro de votar al "mal nacido" de Pablo iglesias. En Cartagena de Indias subió muchísimo mochilero, el precio del crucero, 450 euros con todo incluido, seguro que tuvo algo de culpa. He conocido a una pareja,el madrileño y ella húngara, con los que he compartido bastantes momentos y unas cuantas fiestas, el todo incluido y mucha juventud a bordo a hechó que este crucero por momentos se parezca más a un barco fiestero de esos que se estilan por ibiza que a un crucero en sí mismo.

El Monarch.
Mucho vicio en el barquito.

La pequeña isla caribeña San Martín.


Después 13 días de navegació y unos cuantos kilos más encima que el día que enbarque, con una pequeña escala en una remota isla caribeña de nombre San Martín perteneciente a Francia y Holanda, llegamos a Lisboa. Poco es el tiempo que e pasado en Lisboa, por suerte unas amigas portuguesas de Lilla han sido unas grandes anfritionas y el poco tiempo a sido muy fructífero. En una Lisboa sumergida en sus fiestas grandes, las fiestas populares, he podido disfrutar de la comida, la gente y las bellas calles de la capital de Portugal, ciudad que me a sorprendido para bien y que seguro volveré algún día.

Lilla, Pablo y yo, el 9 de junio en Lisboa.




Mañana viernes,despues de despedirme de Pablo y de Lilla , pondré rumbo a casa, ya sólo me queda cruzar Portugal, España y Euskal herria para volver a ver a los que más quiero.

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